Cuarta estampa mongólica
El murmullo de luz corre por el fondo del río, juega a palparlo todo… ni en sueños lo podrás imaginar… La
mazamorra. Las raíces de las ovas que flotan arriba, donde la superficie es una
corazonada. Las piedras sobre las que estoy sentado. También mi cuerpo se
hincha de ese resplandor murmurado, junta la verde profundidad del río con las
angustias de la intemperie. Los crujidos de la casa. El mugido del tren que
parte hacia algún lugar… detén el tiempo
en tus manos… La música del lejano cabaret racheando intermitente la
madrugada, regando pedazos de palabras por todas partes. La crudeza de las
sábanas. Nada queda a salvo del abrazo luminoso. Tampoco los guajacones, que
vienen a besar mi cuerpo con golpecitos livianos, alegres de que yo sueñe
sentado en el fondo del río y pueda contar estas sensaciones con palabras como
dichas por El Poeta… en el lenguaje
misterioso de... Palabras que yo nunca habría podido usar; ¿cómo iba a
hacerlo si aún no las conocía?
Segunda estampa mongólica: El héroe
No hay comentarios:
Publicar un comentario