Bastó un supuesto anuncio de que el recién electo presidente
de la República Dominicana, Danilo Medina, no usaría la silla que la democracia
doméstica heredó del dictador Rafael L. Trujillo y que se le atribuyera la decisión
de tampoco colocar su foto en todas las oficinas públicas para que numerosas
personas se manifestaran esperanzadas en que ahora sí el poder político iba a
cambiar. Fue una reacción instantánea y jubilosa, que arrastró incluso a
algunos comunicadores avezados, profesionales con muchos años de experiencia en
el sinuoso tráfico de los símbolos.
El asunto me regresó a uno de los misterios más atrayentes
de mi vida. Durante dos décadas presencié decenas de conversaciones entre sacerdotes
de las religiones populares cubanas (santería, palo monte, vodú, espiritismo, o
una mezcla de estos) y personas que buscaban solución a sus problemas a través de
las supuestas capacidades de aquellos para establecer contacto con los dioses,
santos, muertos, espíritus, fuerzas, o una mezcla de estos. Fui testigo de
algunas revelaciones impresionantes, lo confieso, pero en la mayoría de los
casos resultaba obvio que se trataba de una manipulación lograda por el
practicante a base de altas dotes histriónicas y una penetrante habilidad para
manejar la comunicación. Lo enigmático para mí era cómo los “pacientes” no
podían percatarse de que la adivinación la producían ellos mismos y no el brujo.
Vine a entender lo que ocurría algún tiempo después, cuando conocí
a ELIZA. Así nombró Joseph Weizenbaum un software que creara en el afamado
Instituto Tecnológico de Massachusetts, allá por 1964, con el objetivo de
analizar el lenguaje escrito. Funcionaba mediante un patrón que le permitía detectar
la palabra fundamental en cualquier oración, analizarla en el contexto
lingüístico donde aparecía y devolverla reformulada tan habilidosamente que parecía
ser una respuesta a la oración original. Para sorpresa de su creador, ELIZA se
convirtió en una celebridad de la mano de profesores, psicoterapeutas,
científicos y periodistas. Al “dialogar” con “ella”, las personas tenían la aplastante
impresión de que era humana. Incluso la secretaria de Weizenbaum, quien le
había visto crear el software, un día pidió al profesor que saliera de la
oficina pues la “conversación” que ella sostenía con ELIZA se estaba haciendo
demasiado íntima. En el fondo, el software funcionaba como una suerte de
“espejo” que permitía a sus interlocutores dialogar consigo mismos.
Del igual manera que ELIZA, los médiums de mi experiencia devolvían
reformuladas las informaciones y los estados de ánimo que les comunicaban sus
“pacientes”, quienes propiciaban ellos mismos la adivinación, e incluso el supuesto
remedio a sus problemas. A favor de los practicantes estaba su largo oficio en
tratar con personas sometidas a las más disímiles amenazas, tanto físicas como
espirituales, sicológicas o emocionales, y al miedo que estas traen asociado.
Para decirlo con toda claridad: El brujo en realidad no existía, eran los “pacientes”
quienes lo construían porque tenían la imperiosa necesidad de que él fuera real
y tuviera las facultades mágicas capaces de ayudarlos.
El otro es siempre una construcción a través de la cual nos
vemos a nosotros mismos. Claro que ese otro existe objetivamente, pero somos
nosotros quienes le adjudicamos las características (positivas o negativas) que
necesitamos, de acuerdo con nuestros deseos, fobias, esperanzas, etc. Esto es
muy notable en el caso de los líderes, sea en el terreno que fuere, pero ocurre
todo el tiempo a nuestro alrededor. Solo presten oídos cuando alguien muy
enamorado habla sobre el objeto de su amor. ¿Cuántas veces en esos casos
quedamos asombrados porque lo que escuchamos no parece tener un ápice de
relación con la persona a quien hace referencia? La operación es simple: Consciente
o inconscientemente, se bloquean las señales que pueden impedir la construcción
de la imagen deseada… hasta el día en que la realidad irrumpe con la brutalidad
del desengaño.
Desearía de todo corazón que Danilo Medina emprendiera una
campaña seria y profunda para sanear la corrupción, castigar a los fraudulentos,
reducir la pobreza y organizar el país. En fin, que ciertamente hiciera “lo que
nunca se ha hecho”, como prometía su eslogan de campaña. Pero, por ahora, su
perfil de revolucionario no es más que una construcción comprensible, dictada
por los mejores deseos y las más justas apetencias de quienes con todo derecho sueñan
una República Dominicana mejor.
UN INTERESANTE COMENTARIO POLÍTICO! QUE SÍ LO ES! PERO NO COMO SIEMPRE, SINO IMAGINATIVO Y HERMOSO!
ResponderEliminarSOLO QUE TENGA EN CUENTA QUE TODA (ABSLUTAMENTE TODA) LA POLITICA Y LA COMUNICACION ES ESO: UNA SEUDO COMUNICACION, A VECES CON BUEN RESULTADO
De acuerdo, Desquirón. Creo que TODO en sociedad lo es.
ResponderEliminarMuy interesante tu opinion. Quizas Danilo Medina quiera hacerlo pero muchas sociedades necesitan mas que un presidente.
ResponderEliminarDe eso se trata, según creo. ¿Qué pasará cuando sus intenciones tropiecen con los intereses de tanta gente dentro ofuera de su partido? Veremos.
ResponderEliminarQué Tal José!. Aturdidora responsabilidad la enfrentada por Danilo. Ojalá sea él "paciente y adivino" al unísono, para que no se estrelle con la roca de nuestra realidad dominicana. Sigamos esta travesía !,
ResponderEliminarCierto, Gabriel. Pero cuánto ganaría el país si alguien hace al menos un poco de lo que nunca se ha hecho y se necesita urgente. ¿Lo dejarán? ¿Saldrán las mayorías a apoyarlo?
ResponderEliminarJosécuba Fournier me envía este comentario, con la solicitud de que lo ponga:
ResponderEliminarMuy bueno Pequeño, el problema esta en que los Brujos – entiendase políticos- ya conocen las debilidades de sus pacientes - o sea nuestros pueblos-, y se especializan en decir y proponer lo que estos quieren, no necesitan “palabras claves” como Eliza, pues viven y se desenvuelven entre nosotros. Yo que tuve la suerte de estar precisamente en RD el día de la toma de posesión de Danilo, me impresiono mucho su discurso, tanto es así que luego lo leí y analice con detenimiento, y creo contenía casi todo lo que el pueblo dominicano podría desear. El problema que tengo con estas cosas es que pienso, hasta que no comprendamos que la democracia no descansa solo en una persona, sino en instituciones sólidas que puedan garantizar y velar por su salud y desarrollo, y que respondan realmente a intereses ciudadanos y no a grupos o elites, solo cuando eso exista, podremos establecer las bases para que todo lo planteado por Danilo pueda hacerse realidad, pues el material humano esta, y ya hay suficiente experiencia para lograrlo, solo falta implementar los mecanismos que garanticen que todo funcione. Difícil, claro esta, pero no imposible, así que crucemos los dedos para que así sea. Les deseo mucha suerte con su nuevo gobierno, creo la van a necesitar.
Un abrazo,
Josecuba
El pueblo dominicano vive del placebo de que el presidente lo puede resolver todo, y creo que esto es herencia del pasado dictatorial de la república. De esos tiempos en los que se respetaban las órdenes del presidente por encima de la vida y los derechos humanos. Este sistema daba la impresión de que el jefe de estado simplemente mueve su varita mágica y los problemas se resuelven.
ResponderEliminarCreo que el presidente es un sólo engranaje en una maquinaria corrupta, y que, sin importar hacia donde gire, siempre va a terminar cediendo en la dirección general del sistema.
Tal vez otra herencia de la dictadura es el constante olvido de los derechos y deberes de cada ciudadano.
La gente aquí no parece saber que tiene el derecho de exigir el bien, y que tiene el deber de hacer cumplir el mismo.
¿Por qué molestarse en hacer las cosas adheridos a la ética, si más tarde alguien va a deshacer ese trabajo?
Siempre respondo a esta pregunta de esta manera:
Perseverancia y costumbre. Haciendo las cosas bien, doy el ejemplo, y contribuyo a crear una cultura del bien.
Un ejemplo no muy lejano:
Hoy estaban regalando guías telefónicas, y algún desconsiderado cometió la gracia de lanzar dos de ellas a la carretera. Todos los autos las arrollaban, y las páginas amarillas se esparcían en el aire. Al ver esto me indigné tanto que salí al medio de la calle a recoger los pedazos de las guías. Cuando volví a la acera, cargado de papeles, un hombre que estaba ahí parado me preguntó:
-¿Tú te pusiste loco?
-Loco es el que no tira la basura en el zafacón-respondí-
El hombre abrió los ojos, y con una sonrisa dijo:
-É verdá!
Sé que a ese señor no se le va borrar la imagen del tipo loco que se metió entre los carros a recoger papeles... Y sé que mientras viva, cada vez que tenga un papel en la mano, va a pensar dos veces antes de tirarlo en el piso.
Y ya, para no hacer un artículo de mi comentario, concluyo:
La respuesta está en el pueblo y en su voluntad de cambio.