Y en el símbolo cabe todo:
desde la mentira más alta, a la más baja insidia.
Lino Novás
Calvo
Dos preguntas han
perseguido al escritor cubano Lino Novás Calvo (1903-1983): ¿Por
qué su producción literaria decae hasta casi desaparecer después de su
consagración narrativa en los años cuarenta del siglo pasado? y ¿por qué
abandona Cuba en 1960? Sobre la primera interrogante, que desde
hace mucho quita el sueño a
críticos y admiradores de la obra novaciana, intenté reflexionar en un texto anterior. La segunda se
ha repetido con notable constancia en los estudios y proyectos editoriales
desarrollados sobre este autor dentro de Cuba y tiene una respuesta definitiva en
el libro Lo que entonces no podíamos saber,1
recopilación realizada por el investigador y crítico Carlos Espinosa Domínguez de
los textos que escribiera Novás Calvo para la revista Bohemia Libre.
Son artículos publicados entre octubre
de 1960 y agosto de 1961 –es
decir, apenas el narrador decidió exilarse en los Estados Unidos–, y tienen el evidente objetivo de
contrapesar la propaganda política del Gobierno instaurado en Cuba tras la
revolución de 1959, a la que Novás Calvo entendió desde el inicio como un tránsito
hacia la consolidación de un sistema comunista a la sombra del orbe soviético. Compulsados
por la urgencia de tal confrontación, los textos ahora recopilados poseen momentos
en que el escritor confunde sus deseos con realidades, se explaya en excesos de
euforia, o emite opiniones lastradas por la inmediatez de la circunstancia que intenta
racionalizar. Pero, más allá de eso, hay en sus valoraciones una minuciosidad y
una claridad de juicio relevantes.
Ahí radica, en mi opinión, el valor inicial
de los artículos rescatados por Espinosa Domínguez con el profesionalismo que
le es característico: son testimonios de primera mano acerca de cómo y mediante
qué recursos prácticos y simbólicos empezó a desmontarse el sistema democrático
cubano en el arranque de los sesenta. El segundo valor de estos textos apunta
hacia el propio Novás, hacia los elementos que permiten entender la actitud de
este fundamental cuentista iberoamericano ante el proceso social que se vivía
en Cuba.
La primera oleada de intelectuales que
abandonaron la isla tras el triunfo revolucionario incluyó nombres tan notables
como Jorge Mañach, Lydia Cabrera o Gastón Baquero, pero la noticia de que Novás
Calvo había pedido asilo político produjo un gran impacto en el sector
intelectual que apoyaba a la revolución, el cual lo calificó de traidor. Tal
apreciación partía de que el escritor había emigrado muy joven desde Galicia y
conocido en Cuba la más cerrada miseria, que había defendido durante una etapa
importante de su vida las ideas comunistas2 y peleado por la
República en la Guerra Civil Española, que había sufrido en carne propia muchas
de las lacras republicanas cuando ya era autor de una literatura reconocida, que
escarbaba con peculiar eficacia en rincones de la sociedad cubana marcados por
una violenta marginalidad. ¿Cómo podía abandonar entonces un proceso político-social
que se desarrollaba a nombre de los humildes y que prometía erradicar los males
de la sociedad cubana?, esa fue y es la pregunta que todavía se escucha.
El Lino Novás Calvo que vivió el triunfo
de la revolución cubana tenía otra perspectiva sobre las cosas y gracias a Lo que entonces no podíamos saber puede
afirmarse hoy sin la menor duda que su exilio fue un acto de convicción, no
algo nacido de una ofuscación momentánea o de un miedo incontrolable, aunque
ciertamente miedo hubo y no poco.
Es sabido que, tras su salida hacia
Estados Unidos, la obra de Lino Novás Calvo y las referencias a su persona
desaparecieron del ámbito público cubano. Sergio Chaple, desde el mismo
Instituto de Literatura y Lingüística que por más de dos décadas cumplió la
orden de mantener al escritor nacido en Galicia fuera de los diccionarios de
autores cubanos, especuló en algún momento que este no podía ser indiferente al
hecho de que el premio nacional de cuento en Cuba llevara el nombre de Luis
Felipe Rodríguez, aseveración en la que resultaba difícil determinar cuál dolor
era mayor, si el supuesto de Novás Calvo porque el certamen no exhibiera su
nombre o el real de Chaple por haber perdido al eminente narrador como aliado del
proceso político cubano.
Tanto resentimiento tiene explicación,
claro. Con el exilio de Novás Calvo se esfumaba la posibilidad de presentar su
obra como punto de partida de la cuentística cubana que nacía a la sombra del
nuevo orden político y bajo la firma de autores como Jesús Díaz, Eduardo Heras
León, Norberto Fuentes, Antonio Benítez Rojo, entre otros. El autor de “La
noche de Ramón Yendía” habría aportado a tal discurso no solo su prestigio,
sino también su origen como emigrante pobre, el haber iniciado la poesía de
tema obrero en el país, sus reconocidos “esfuerzos por darle una validez estética
al lenguaje popular cubano”,3 más una obra narrativa cuyo poderoso registro
social escapaba de la mácula panfletaria, pues “sus cuentos son […] universales
por su feliz ahondamiento en la común entraña humana”.4 Es decir, Lino
Novás Calvo pudo ser para la cuentística revolucionaria lo que fue Nicolás
Guillén para la poesía, y ya se sabe cuánta relevancia ha tenido el manejo de
símbolos en el último medio siglo de historia cubana.
Cuando el poder
político cubano dio el visto bueno para la “recuperación” de Lino Novás Calvo y
su obra escrita antes de 1960 volvió a publicarse en la Isla, en el segundo
lustro de los años ochenta, la búsqueda de respuestas para la pregunta citada
más arriba alcanzó un lugar preponderante. Jesús Díaz, quien compiló el tomo destinado
a romper el silencio, veía “un nexo orgánico, revelador, levemente siniestro”5
entre el hecho de que el escritor cubano nacido en España hubiese dejado de
escribir primero y abandonara su país de adopción después.
A partir de ahí, se
han citado como causas de su renuncia a la izquierda marxista y su incomprensión
ante el triunfo revolucionario de 1959 hechos tales como la traumática experiencia
que vivió Novás Calvo durante la Guerra Civil Española, la forma en que su carácter
se fue agriando por las dificultades financieras en el tránsito de los años
cuarenta-cincuenta y su decepción ante un ejercicio literario que no le traía
el reconocimiento y la estabilidad esperados. A estas razones agregaré su descontento
por la actuación de los comunistas cubanos en esa misma época6 y
sobre todo –muy sobre todo– por los acontecimientos en los países que formaban
el bloque comunista mundial, algo de lo que Novás Calvo estaba
muy al tanto pues parte de su trabajo como Jefe de Información de
la revista Bohemia consistía en traducir
textos sobre el acontecer político internacional.
Esa búsqueda de causas
también ha tenido sus momentos de especulación con ribetes detectivescos, como
achacar el divorcio entre Novás Calvo y la izquierda política a la influencia
de algunas personas próximas a él, entre los que se señala a Carlos Montenegro,
Emma Pérez, Rolando Masferrer, Herminia del Portal –esposa del escritor–, o
Miguel Ángel Quevedo.7 Y finalmente se ha dejado escuchar la
afirmación de que el escritor decidió abandonar Cuba porque creía que en
Estados Unidos tendría “una nueva vida que pensaba le sería más grata que la
vivida hasta entonces”.8
La verdad parece ser
que en condiciones normales Lino Novás Calvo jamás habría abandonado Cuba.9
Huyó espantado por los acontecimientos políticos que ocurrían en la isla y por
el futuro que avizoraba. Pidió asilo en la embajada de Colombia un día de
agosto de 1960, mientras dejaba su casa con las luces encendidas y el televisor
funcionando para despistar la vigilancia. Las fuertes confrontaciones entre el
poder político cubano y el equipo de la revista Bohemia, que tuvieron en Fidel Castro un protagonista de primera
línea y ya para ese agosto de 1960 habían empujado hacia el asilo político al
director de ese medio, Miguel Ángel Quevedo, convencieron a Novás Calvo de que
podía ser encarcelado en cualquier momento, como declaró a Fulgencio Lequerica
Vélez, entonces embajador de Colombia en Cuba.10
Lino Novás Calvo
llegaba a Estados Unidos con cincuenta y cinco años, dejaba detrás todo lo que
había conseguido con mucho esfuerzo, y lo hacía no porque creyera que allí tendría
una vida mejor, sino porque buscaba escapar a cualquier precio de lo que intuía
sería un futuro desastroso. Los artículos compilados en Lo que entonces no podíamos saber
permiten entresacar cuál era su pronóstico para el destino Cuba: la educación
convertida en adoctrinamiento político, la clausura de la libertad de prensa y
opinión, la ocupación de todos los estratos de la sociedad civil para
garantizar el control total del poder político sobre los individuos, una
dirección política basada en el personalismo mesiánico, la depauperación de la
producción agrícola, el fin de los pequeños negocios privados, la quiebra de la
economía nacional como resultado de su centralización por el Estado, entre
otros. Han pasado cinco décadas y media desde que Lino Novás Calvo escribió
esos artículos y dejo al lector en la más absoluta libertad para determinar si
el pronóstico del intelectual cubano se hizo realidad o no.
Hay un argumento que
jamás falta a la hora de asombrarse por la forma en que Lino Novás Calvo huyó
de Cuba en 1960. A principios de ese mismo año había sido convocado para formar
parte del jurado en el primer concurso Casa de las Américas, algo que la crítica
y la investigación en la Isla han entendido de forma unánime en tanto “un
evidente reconocimiento a su magisterio como narrador”11 por parte
de la dirección revolucionaria. Pudiera ser, digo yo, pero ese reconocimiento
apenas significaba nada ante las preocupaciones que –ahora lo sabemos bien– atormentaban
al escritor, y en eso debemos admitir que no le faltaba razón. Para solo poner
un ejemplo, entre los que acompañaron a Novás Calvo en aquel jurado estuvo el
también fundamental escritor cubano Virgilio Piñera, quien permaneció en el
país y sufrió luego un implacable período de ostracismo y persecución al que
solo la muerte pondría fin.
Lo que atormentaba
al autor de “La visión de Tamaría” estaba en la naturaleza comunista del
proceso político-social cubano, no reconocida de manera
pública en el momento que comenzó a escribir los artículos para Bohemia Libre, y malamente podía sentirse honrado de colaborar con ese proyecto un
hombre para quien la condición del militante comunista radicaba en que “no
duda, y siempre obedece sin vacilación y sin preguntar”, mientras veía para los
fellow-travelers un único destino:
seguir “derramándose por los bordes, sobre las cercas, hasta que llega la hora
caliente, revolucionaria, de las definiciones”.12 Y él, a esa altura
de su vida, no estaba dispuesto a entrar en ninguna de las dos categorías.
La inminente publicación
de los artículos escritos por Lino Novás Calvo durante la Guerra Civil
Española, recopilados también por el incansable Carlos Espinosa Domínguez bajo
el título de “Un escritor en el frente republicano”, nos dará la posibilidad de
contrastar la distancia de pensamiento que llegó a existir entre el escritor
comunista y combatiente en la conflagración bélica española de los años treinta
y el escritor liberal que más de dos décadas después huye de la revolución
cubana. Por ahora, Lo que entonces no
podíamos saber clausura para siempre el asombro ante esa huida y demuestra
que Novás Calvo no hubiera podido actuar de otro modo sin suicidarse como individuo
e intelectual. En fin, pregunta respondida.
Notas
1 Lino Novás Calvo: Lo
que entonces no podíamos saber; compilación de Carlos Espinosa Domínguez;
prólogo de Rafael Rojas. [Estados Unidos], Los Libros de las Cuatro Estaciones,
Término Editorial, 2015.
2 Escribe Novás Calvo: "En tanto, me había
afiliado al Quinto Regimiento, primera unidad de choque comunista y me habían
enviado como responsable a una librería incautada. Y ser miembro del Quinto
Regimiento era devenir, automáticamente, miembro del Partido Comunista. Así fue
como entré yo en el Partido Comunista de España: la primera vez que entré en un
partido político". Cira Romero: Fragmentos
de interior. Lino Novás Calvo: su voz entre otras voces. Santiago de Cuba,
Editorial Oriente, 2010, p. 144.
3 Antonio Benítez Rojo: “Sobre Lorraine Elena Roses, Voices of the Storyteller. Cuba’s Lino Novás
Calvo”, en Revista Iberoamericana,
Vol. LVI, No. 152-153, julio-diciembre de 1990, Pittsburgh, p. 1377.
4 José Antonio Portuondo: “Lino Novás Calvo y el cuento
hispanoamericano”, en Cuadernos
Americanos, Vol. XXXV, año VI, No. 5, septiembre-octubre de 1947, México,
p. 251.
5 Jesús Díaz: “Prólogo”, en Lino Novás Calvo, Obra narrativa. La Habana, Editorial
Letras Cubanas, 1990, p. 8.
6 Vid. Rafael
Rojas: “Novás Calvo divisa el comunismo”, en Lino Novás Calvo, Lo que entonces no podíamos saber, p.
12.
7 Lisandro Otero: “Lino Novás Calvo, recobrado”, en Unión, año II, No. 7,
julio-agosto-septiembre, 1989, Ciudad de La Habana, p. 18.
8 Cira Romero: “Prólogo”, en Lino Novás Calvo, Angusola y los cuchillos; compilación de Cira
Romero. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2003, p. 8.
9 En la segunda mitad de los años cuarenta, Lino Novás
Calvo recibió varias veces la propuesta de ir a trabajar en Estados Unidos, lo
que rechazó siempre a pesar de que atravesaba una pésima situación económica,
que llegó a afectar profundamente tanto su siquis como su carácter. En el
momento que triunfa la revolución, su situación financiera podía considerarse
buena y estable, luego de haber pasado a ser Jefe de Información de la revista
Bohemia en 1953 y haber recuperado su trabajo como profesor de francés. Al
momento de su exilio, todo eso queda detrás para comenzar otra vez desde cero
en Estados Unidos a los cincuenta y cinco años. Vid. Laberinto de fuego;
epistolario de Lino Novás Calvo; recopilación y notas de Cira Romero;
prólogo de Eduardo Heras León. La Habana, Ediciones La Memoria, Centro Cultural
Pablo de la Torriente Brau, 2008.
10 Fulgencio Lequerica Vélez: 600 días con Fidel, apud
Lorraine Elena Roses, Voices of the
Storyteller. Cuba’s Lino Novás Calvo. Estados Unidos, Greenwood Press,
1986, p. 35.
11 Eduardo Heras León: “Prólogo”, en Laberinto de fuego; epistolario de Lino
Novás Calvo, p. 12.
12 Lo que entonces
no podíamos saber, p. 182 y 178.
Quienes deseen comprar Lo que entonces no podíamos saber, solo deben hacer clic sobre el título.
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Los comentarios en este blog son moderados, razón por la cual no aparecen inmediatamente que usted los escribe, sino luego de la correspondiente autorización. Con esto evitamos la intervención de agentes maliciosos e indeseables.
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ESTOY INFORMÁNDOME ACERCA DE LA VIDA DE ESTE IMPORTANTE ESCRITOR. HABÍA LEÍDO ALGUNOS CUENTOS DE ÉL. UNO DE ELLOS LO HALLÉ EN UNA ANTOLOGÍA DEL JOVEN ESCRITOR CUBANO GARRANDÉS. SEGUIRÉ INVESTIGANDO. SALUDOS.
ResponderEliminarGran idea, José Luis. Te aconsejo leer su novela "El negrero", así como los cuentos que forman las colecciones "La luna nona y otros cuentos" y "Cayo canas".
EliminarExcelente, Pequeño, qué clase escritor Novás Calvo, y qué destino tan jodido le tocó.
ResponderEliminarSindo Pacheco
Tu articulo, Fernández Pequeño, por su claridad y pormenorizado análisis, abre una brecha importante en el intento de ese ajado capítulo que se abrió, hace más de 20 años, sobre estudio de la obra de Lino Novas Calvo.
ResponderEliminarMuy cierto lo que ajado, Raysa. Como todo lo relativo a la apreciación de la literatura cubana en los últimos cincuenta años, ha sido un acercamiento muchas veces sesgado por el factor de la conveniencia política.
EliminarMuy buen artículo. Irrebatible.
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